
Las consecuencias afectivas del divorcio de los hijos están íntimamente ligadas a los vínculos que tenemos con ellos. El divorco de los hijos tiene un doble juego, de padres a hijos y de la pareja en sí , en relación a sus hijos.
Los tiempos de crisis previos al divorcio son etapas de confusión, inestabilidad y ambivalencia, de la pareja y de sus familias. Cuando se produce el divorcio, ambas familias entran en crisis, no solo por las diferencias, sino por el poder que se redistribuye en función de afectos y necesidades. El conflicto es legal, social, psicológico y familiar.
Esta tematica, se observa, desde un enfoque trigeneracional.
Poner el foco en:
- Las diferencias generacionales.
- Las funciones y disfunciones en la comunicación.
- La influencia del sistema de mitos y mandatos de una generación a otra.
- Las patologias que resultan del sometimiento a las familias de origen.
El matrimonio es un pacto entre dos personas con un proyecto en común, que por diversos motivos puede terminar en un divorcio. Así, además de la ruptura de la pereja, se produce una re-acomodación del grupo familiar de origen. Es fundamental trabajar los vínculos, para favorecer el pasaje por este proceso, que de por sí es muy doloroso y traumático.
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norma